Debido a que su forma de ser está condicionada por sus primeras experiencias, el tratamiento estará enfocado a equilibrar su vida con el objetivo de que, gradualmente, adquiera el hábito de ser más y más independientes.
Para conseguirlo, el paciente debe comprender cuál es su problema y las cogniciones negativas que suelen acompañarlo y facilitar la necesidad de centrarse en las relaciones interpersonales y en rehusar los pensamientos automáticos negativos. Muy pronto irá adquiriendo confianza con el terapeuta como sinónimo de seguridad y, por su parte, el terapeuta deberá clarificar su relación con el paciente.
La relajación también puede ser un punto importante para intentar reducir la ansiedad e incluso una exposición adecuada irá en beneficio de un pronóstico que, en principio, suele ser bueno.
Es muy importante recordar que cualquier persona puede presentar alguno de estos rasgos de personalidad, aunque se habla debe tenerse en cuenta que se habla de un trastorno cuando se presentan de manera persistente e interfieren para llevar una vida normal. Es entonces cuando se aconseja la ayuda de un profesional que diagnostique el problema y proporcione una terapia apropiada para cada uno de los casos.
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